Hay un elemento muy determinante a la hora de aprender y estudiar música que es la inmensa cantidad de horas que pasamos en soledad con nuestro instrumento.
Pero a pesar de esto ( que puede llegar a ser maravilloso), la música es un hecho eminentemente social y generoso.
Un músico se esfuerza al máximo para poder compartir su música. Para poder llegar con ella al público y darles lo más precioso que tiene: su interpretación, su talento.
Desde el primer momento en el que empezamos a hacer música disfrutamos compartiéndola; mostrando a los demás lo que sabemos hacer.
En ese aprendizaje para compartir la Música, perdemos miedos, vergüenzas, críticas y malos sentimientos, y poco a poco vamos ganando seguridad, confianza, autoestima y alegría.
Al hacer música además de compartir lo que aprendemos con quien nos escucha, aprendemos a compartir con nuestros compañeros de aventura.
Tocar Música o hacer Música en grupo es un increíble ejercicio de generosidad; de compartir responsabilidades (y también éxitos), de saber ceder (o asumir) protagonismo y de desarrollar nuestra paciencia y comprensión hacia los demás.
Hacer Música es un acto generoso. Los niños al estudiar Música aprender a compartir, porque disfrutar de la Música juntos siempre es mejor.